La mantilla es una prenda tradicionalmente española cuyo origen se remonta a la cultura íbera. Mantilla viene del vocablo latino ‘mantelum’ que significa manto. En esa época se usaba como velo o manto para cubrir la cabeza.
En el siglo XVII comienzan a utilizarse las mantillas como las conocemos hoy. En el reinado de Fernando VII ya estaban presentes, pero su mayor auge tuvo lugar con la reina Isabel II que era muy aficionada a los bordados y encajes.
Como vestir la mantilla
La mantilla debe contar con el largo adecuado a cada persona. Por la parte delantera, deberá contar con un largo hasta la altura de las manos, y por la parte trasera, un largo unos dedos por debajo de la altura de la cadera. Para evitar el "vuelo" de la mantilla, es conveniente sujetarla al vestido de forma discreta (generalmente por los hombros).
Un truco para hacer una buena sujeción y con suficiente "holgura", es ladear la cabeza al lado izquierdo, y sujetar la mantilla del hombro derecho y viceversa (ladear la cabeza hacia la derecha y sujetar la mantilla en el hombro izquierdo).
En cuanto a la peineta, deberemos decantarnos por una adecuada a nuestra altura. En todo caso, hay que ajustarla bien al moño y cubrirla de forma correcta y bien equilibrada con la mantilla.
El vestido debe ser negro liso totalmente, de una pieza y sin brillos. El largo debe ser, como mínimo, tapando la rodilla, con manga larga o francesa y cuello a la caja o barco. Los guantes se recomiendan negros cortos sin encaje.
Las medias deben ser negras o como mucho transparentes, finas, sin costuras o adornos. Y como zapatos, unos de tipo salón, sin plataforma y con tacón medio.
El peinado se realizará con un recogido bajo o a media altura.
Con el fín de mantener esta tradición popular animamos a todas las hermanas a participar en el desfile procesional del Viernes Santo haciendo uso de este complemento.